¿Cuál es el rasgo que obliga a una persona a obedecer a Dios y dejar sus pecados?
La respuesta es: piedad.
La cualidad que lleva a una persona a obedecer a Dios y abandonar sus pecados es la piedad. La piedad es un estado en el que el creyente busca alcanzar el equilibrio y la cercanía a Dios de manera correcta y equilibrada. La piedad incluye abstenerse de pecar contra Dios y cumplir con las obligaciones y deberes religiosos. La piedad es la esencia de la adoración y de protegerse de las cosas prohibidas y de las malas acciones, se considera que protege a la persona de caer en el pecado y la negligencia en la obediencia a Dios.
Las características de una persona piadosa incluyen observar a Dios en todas sus circunstancias y acciones, seguir las normas de la Sharia en su vida diaria, esforzarse por cumplir con sus obligaciones religiosas y realizar sunnahs y oraciones voluntarias, e incluso mantenerse alejado de cosas dañinas y prohibidas como como mentira, calumnia, injusticia y extravagancia. La moderación, la piedad y el cumplimiento de los órdenes legales forman parte de los atributos de los piadosos. Con intenciones sinceras y abandonando la ostentación y la hipocresía en el culto, la persona piadosa es capaz de sostener y profundizar el estado de obediencia en su vida.
Otro aspecto importante de la piedad es mejorar el sentido religioso y la conciencia de que Dios está presente en todo momento y lugar, lo que insta a las personas a realizar obediencia continuamente y anima a los jóvenes a obedecer a Dios y abandonar los pecados. La piedad requiere centrarse en mejorar uno mismo, combatir los deseos transitorios y desarrollar la conexión de la persona con su Creador a través de la meditación, la súplica y el arrepentimiento. Además, la piedad también apoya el equilibrio en la vida de una persona al controlar la ira y mantenerse alejado de empresas y entornos negativos que afectan negativamente el corazón y el alma.
En resumen, la piedad representa el marco espiritual en el que una persona puede confiar en su camino para obedecer a Dios y abandonar el pecado. Ser piadoso protege a la persona de las tentaciones y los deseos fugaces y mejora la humildad y la devoción en la adoración. Con una mayor piedad, una persona puede crecer en su cercanía a Dios y vivir una vida satisfactoria y alegre en este mundo y en el más allá.